Se tiene por supuesto que la literatura que leemos los jóvenes tiene relación con nuestra edad. Y nada más. Existen instituciones académicas sociales, literarias, filosóficas, etc, que eligen textos literarios para los estudiantes, por ejemplo de universidades, según la perspectiva de lo comúnmente aceptado ( desde las posturas intelectuales que imperan actualmente, las cuales dividen en dos lo legible y lo no legible: esto es lo que cada estudiante debe leer para ser aceptado por la propia comunidad intelectual.)
Acercándonos un poco a cada libro "juvenil" podemos darnos cuenta de que no sólo lo teorizable y lo filosófico-intelectual es digno de leer.
Cuando entendemos que cada lector o lectora escoge un texto para apropiarse de su contenido, sin manipular los significados a su conveniencia (esto es no hacer el libro para sí como una verdad construída por él o ella mismo/misma), somos capaces de tomar uno de aquellos libros fáciles de leer, fáciles de transportar, dignos de envidia para quienes lo leen o inclusive para quienes lo escriben, tal vez por lo costosos que pueden ser y leerlo interpretándolo, pues depende del -para qué-... Es decir ¿por qué me interesó este libro, por qué me gusta su portada, por qué me reflejo en algún personaje o por qué no quiero dejar de leerlo.
Entonces no es verdad que somos libres de elegir?
De elegir también sobre mi propio ritmo de lectura, de escritura, o de contenidos que leo o que comparto?
Tal vez la literatura no debería ser clasificada a la manera de un sello indestructible.
Tal vez la responsabilidad de cada persona sobre su propio intelecto puede responder o no cada pregunta planteada aquí.
Sin embargo, simplemente seremos libres si cada acto tiene correspondencia con nuestra propia conciencia, tratándose de decisiones, pensamientos y libertad.
Mayu.